Un personaje – un problema:
“CONGESTIONAMIENTO”
Laura Velázquez trabaja como obstetra en Casa Cuna. Laura vive en Berazategui.
Hoy por la mañana se encontró con una de las formas en que la protesta social irrumpe en nuestra cotidianeidad: el corte de calles.
Sí, lo decía bien clarito el noticiero: “serias demoras en el Puente Pueyrredón, mano a Capital Federal.”
Bien, lo que podría arrojar a cualquiera en el ciclo de aceptación y resignación no era válido para Laura. Mencioné que era obstetra. No solo ni simplemente eso: tenía que asistir a una emergencia. La habían llamado hacía unos minutos por una paciente suya con un parto “bastante encajado”.
¿Y ahora qué hago? Podría llamar al Dr. Rubinstein, que vive en San Telmo. Sí, el podría reemplazarme. Ah, no… el Dr. Rubinstein está de vacaciones.
¿Y ahora qué hago? Ya está: me tomo un remis. Lo estoy llamando… pero qué ¿todas las remiserías del país están sin vehículo? ¡Si me hubiera comprado un auto!
¿Y ahora qué hago? ¿Y si me disfrazo de mujer-bomba y voy directo al puente a que me dejen pasar? ¿O cruzo el Riachuelo nadando?
¿Y ahora qué hago? ¿Y si me quedo en casa? Llamo al hospital, alguien tiene que haberpara reemplazarme. Al fin y al cabo, todos somos sustituibles. ¡Si me hubiera levantado antes!
¿Y ahora qué hago? ¿Ese de ahí no es el vecino? Sí, Carlos. Seguro que va para el centro. Humm…Má sí, yo me tiro el lance, no le va a costar nada…
Un sentimiento:
LETARGO
Todos los domingos, idéntica procesión. ¿Qué lo llevaba a someterse a ese calvario agotador una y otra vez? ¿Seguro que era amor? ¿A qué?
Mientras atravesaba la interminable sucesión de lápidas se preguntaba a qué venía tanta suntuosidad post-mortem. En definitiva, todos compartimos la misma nada. ¿Es necesario cubrirla de concreto? Cada mañana de domingo – sin importar el clima- desfilaba por una galería de piedras anónimas hasta llegar a la suya, la piedra que le era propia. La contemplaba puramente, sin tristeza ni rencor. Y se iba como quien sabe que regresará de un modo u otro.
Al atravesar los portales el aire se alivianaba, la vida se hacía más irrelevante, aún así menos hostil. Las calles, los autos, los kioscos, las veredas con sus baches, y sus vecinas baldeando, los repartidores y los carteles retomaban su condición cromática.
Al atravesar los portales, los otros portales, a veinte cuadras de aquéllos, el sol hacía las paces. Los olores ya no traían flores marchitas, los cristales adquirían nueva transparencia. Así, la opresión, - inacabable opresión de la soledad- se echaba a dormir hasta la semana próxima.
Un lugar como sensación:
¿QUIEN ME MANDA?
¿Me parece o no debería haber comido tanto? La verdad que no. Ahora no me aguanto. ¿Por qué se mueve tanto esto? Y… ¿Qué hace esa gente ahí?
¡Pará Gaby que no llego! ¿Y a esta quién le dio cuerda? ¡Está loca! No, yo no puedo… ¡no! Ahí ni ebrio ni dormido. Pero… ¡Pará te digo! Que no me dan las piernas (¡Bah! ¿Qué no me dan las piernas? ¡Comí demasiado! ¿Por qué veo todo tan chiquito? No llego más, las olas se mueven mucho.
¿Y si me caigo? ¡Por Dios que me caigo ahora mismo! ¡Ay que me caigo! Esto pesa un montón… ¡Mi cabeza! Pero ¿qué tengo, una coctelera? ¡Pará Gaby que no llego tan arriba! Mejor me quedo acá y la espero. No puedo más… ¡Está lejos la gente, eh! ¡Qué resbaloso está! No puedo moverme. No puedo. Ni un paso más… ¿Qué tengo en las piernas? No puedo. Me quedo acá. ¿A mí quién me manda?
MICRO-RELATOS
a) Un chirrido. Los mismos pasos, esa luz blanca. ¡No otra vez!
b) Habiéndose apagado la última ceniza, se dedicó a encajonarlo con rutinario desdén.
La Mirada:
SUBTE QUE TE LLEVO I
El transporte público viene a cumplir la función que antes tenían las calles. Como uno ahora no puede detenerse a charlar en cualquier esquina, so pena de ser trasladado en forma involuntaria por algún auto en apuros, bueno, el encuentro obligado con otros seres humanos se da en colectivos, trenes y subtes.
Tomemos, por ejemplo, el subte. Esa tumba calurosa donde nos depositamos como opción veloz. Cada línea de subte nos da una idea acabada de las clases sociales y su dispersión en el casco urbano. Hoy había una madre con su beba al lado mío. Hermosa la criatura: limpia, redonda y feliz. De repente, entra una mujer con un bebé en brazos. La descripción, evidente: ropa mugrienta, pies descalzos, como personificando la miseria. La beba a mi lado no dejó de mirar a su coetánea ni un segundo. Yo tampoco.
Ámbito curioso, el subte. Si uno quisiera describir a Argentina como país no sería una mala metáfora. Aunque quizás una muy obvia.
SUBTE QUE TE LLEVO II
¡Qué calor hace acá! ¡Encima, esta de al lado no para de mirarme con esa cara de tarada que tiene! ¡¿Quién se cree que es para hacerme morisquetas? ¿Un “Teletubbie”? Estoy harta de que todos los adultos crispados se crean con derecho a ponerme caras. ¿Ya llegamos, mami? No, no me cambies de posición. Avisame cuando lleguemos. ¡Ay!¡Dejá de apretarme que estaba cómoda!Y la tarada ahora me sonríe. Pero qué ¿es Miss Simpatía?
Estoy cansada, tengo hambre, tengo calor… ¿Y esa nena? Eh, nena, ¿cómo te llamás? Vos también tenés calor… qué bueno que tu mamá te deja andar descalza. A mí ni tocar el piso me dejan… ¿Querés jugar? Dale… No, no te bajes. ¿Por qué la gente te regala cosas? Hey mami, ¡no para allá no! Quiero jugar… ¿Dónde vamos? … La tarada me sigue con esa misma cara… Ah, qué bueno… aire fresco. ¡Chau nena!Ya van a ver cuando aprenda a caminar.
Lo autobiográfico – los recuerdos
VOCACIONES
Vabieka quería ser veddette. Desde que la conocimos notamos su insistente interés por “calzarse las plumas”. Algo de razón tenía. Hermosa era, sin lugar a dudas. Pelo blanco y chocolate encerrando un par de misterios celestes. En teoría, venía de la Siberia. Aunque no supimos de inverno alguno que pasara lejos de la estufa. Volviendo a su afán ornitológico. Debemos mencionar que los juegos preferidos de Vabieka involucraban la mayoría de las veces a desafortunados benteveos y arriesgados gorriones. Arriesgados, sobre todas las cosas, con tal de arrebatar el botín de polenta.
La admiración de nuestra vecina por los plumíferos era de otra índole. Su vocación consistía en adiestrar a loros y aves similares en el difícil arte del habla humana.
Todos recordamos aquella tarde del bochorno. El guacamayo hispanoparlante de nuestra vecina tuvo la poco feliz idea de ostentar su costosa y exótica vestimenta por sobre la medianera. Claro que Vabieka era una eximia saltadora en alto, como todos los que vienen de la Siberia.
Lamentablemente, a la colorida criatura no le habían enseñado aún a pedir auxilio. Fue así que, al llegar a nuestro hogar, descubrimos todo. En el patio, se hallaba la joven vedette en ascenso, rodeada de una encantadora estola de plumas multicolor. Un repentino golpe en la puerta nos heló la sangre:
- ¡Ah, hola Dora! ¿Cómo le va? ¿Qué raro usted por acá? ¿En qué podemos ayudarla?
- ¡Hola don Néstor! ¿Sabe? Ando buscando a mi guacamayo nuevo. Lo compré hace poquito, y no lo encuentro. Estaba suelto en mi patio y me pareció verlo querer cruzar su medianera.
- No, la verdad, no lo vimos. Seguro ya va a aparecer. Usted no se haga problema, si llegamos a saber de algo, le avisamos.
MATERNIDADSUSPENDIDA
Todas las navidades el mismo pedido. Durante cuatro o cinco años. Debo haber satisfecho mis ansias maternales por aquel entonces, puesto que no regresaron. La publicidad de los bebotes “Yoly-bell” era promisoria: maternidad feliz asegurada. ¿Qué mayor seguridad para una maternidad feliz que la envidia de tus vecinas?
Si bien esa navidad el limitado presupuesto de “Papá Noel” había posibilitado un “bebote genérico”, me enamoré de Celeste ni bien la saqué de la asfixiante y colorida bóveda donde había arribado. Así que, aunque no tuviera la alcurnia anhelada, la adopté como hija legítima. Celeste y yo en el triciclo; Celeste y yo tomando el té; Celeste y mi hermanita queriendo arrebatármela; Celeste hermosa y siempre bebé (quizás por eso parecía tan linda la idea de ser madre por aquel entonces); Celeste a mí sometida; Yo: todopoderosa, Celeste: obediente; Celeste decadente. Mi barrio estaba situado en una zona de esteros. “Ganada al río”, que le dicen. Quizás sea eso, el período de intensas lluvias que vino con la democracia o los bajos recursos de Papá Noel, habitando una zona inundable. El punto es que un buen día Celeste, cansada de su juventud eterna, perdió la cabeza. O casi. La mantenía unida a su frágil cuerpo de guata y batista por medio de un imperceptible hilo de algodón. Ese buen día percibí lo que sería perder un hijo. Celeste se había caído en un charco del patio. Cuando la encontré, el hueco de su cabeza era ostensible. La abracé desesperada y noté que horrorizada que ese huego era ahora la entrada a la morada de un príncipe sapo. Ese día dejé de creer en la maternidad y los príncipes-sapos.
El absurdo:
HACEMOS LO QUE QUEREMOS
a) La mujer más hermosa del mundo murió de anorexia.
b) ¡Qué flaca que estás, gordi!
“Acá somos todos de izquierda,” le dijo el intelectual aquel día en la editorial.
El intelectual era el director. “Acá somos todos de izquierda,” decía el intelectual mientras le explicaba la tarea al pasante. “nada de esas ideas capitalistas absurdas, que se comen solas, nene… trabajá con total libertad. El ensayo tiene que estar listo para la semana que viene.”
“Una pregunta, señor,” interrumpió el pasante. “¿Cuánto voy a cobrar por esta investigación?”
El director lo miró indignado por semejante planteo. Respondió: “mil dólares”, y siguió anotando algo en su agenda. “¿A mí cuanto me correspondería?”, inquirió el joven.
Desde sus lentes, respondió: “Nada nene. Acá somos todos de izquierda”.
- Sarah iba religiosamente todos los sábados por la mañana a la sinagoga.
Por la tarde militaba en un grupo skin-head de Parque Chacabuco.
- “¿Cuánto cuesta sanar, padre?,” preguntó el fiel.
- Nada, hijo. Con tu FE basta,” dijo el clérigo. “Los cien pesos son a voluntad”.
“No puede haber tanta maldad en el mundo,” balbuceó y aplastó a la cucaracha.
Los alumnos escucharon atentamente la alarma contra incendios y se quedaron sentados.
lunes
domingo
SUSANA
I
Amaneció sabiendo que con la primer sirena del último día del año, su persona compartiría la cena con nombres de una agenda apagada.
Festejó casi sonriente. Brindaron.
El se abstuvo del alcohol.
Los chicos armaron colores de fuegos.Antes de la siguiente botella y dentro de un sonido atípico y variado: puso la marcha y arrancó.
Fue muy despacio, casi lento; lejos.
II
Ni bien dejé de pensar en la imagen de Freud, me decidí a contar el sueño.
Ecuché:-Seguimos la semana que viene.
III
A las dos de la tarde todavía estoy aquí, me aburro y leo carteles:
"Esta casa cuenta con circuito cerrado de TV con monitoreo y filmación en todas sus áreas".
Lo copio para la libreta que aconsejó Valeria.
Espero que el administrativo me llame, vuelvo los ojos:
"Esta casa cuenta con sistema de alarma conectada a la central de operaciones de la policía".
Lo copio pensando en la expresión de los agentes de seguridad. Hago muecas.
IV
Ennegrecí la mancha
hasta dejar
el espacio ocupado:
un único punto.
Amaneció sabiendo que con la primer sirena del último día del año, su persona compartiría la cena con nombres de una agenda apagada.
Festejó casi sonriente. Brindaron.
El se abstuvo del alcohol.
Los chicos armaron colores de fuegos.Antes de la siguiente botella y dentro de un sonido atípico y variado: puso la marcha y arrancó.
Fue muy despacio, casi lento; lejos.
II
Ni bien dejé de pensar en la imagen de Freud, me decidí a contar el sueño.
Ecuché:-Seguimos la semana que viene.
III
A las dos de la tarde todavía estoy aquí, me aburro y leo carteles:
"Esta casa cuenta con circuito cerrado de TV con monitoreo y filmación en todas sus áreas".
Lo copio para la libreta que aconsejó Valeria.
Espero que el administrativo me llame, vuelvo los ojos:
"Esta casa cuenta con sistema de alarma conectada a la central de operaciones de la policía".
Lo copio pensando en la expresión de los agentes de seguridad. Hago muecas.
IV
Ennegrecí la mancha
hasta dejar
el espacio ocupado:
un único punto.
viernes
JESICA
UN LUGAR EN EL RECUERDO
Me encantaba ese lugar. Me gustaba más que estar en mi casa comiendo nesquik con cucharita. Me gustaba el olor a crayos que me quedaba en las manos, por estar dibujado todo el día. Ahí todos nos divertíamos con las mismas cosas. Coleccionábamos figuritas, yo tenía las de frutillita que tenia brillantina y olor a rico. A ninguna nos gustaba bañarnos y se nos complicaba comer con cuchillo y tenedor. Éramos un grupo de locos que hacíamos lo que realmente queríamos. De ves en cuando venia seño, nos cuidaba y nos mareaba con números y letras. Pero pasábamos la mayor parte del tiempo en el patio. Había un elefante rojo que dejaba deslizarnos por su trompa. Pasábamos las tardes jugando al poliladron, a mi me gustaba ser ladrón, quedarme atada al mástil de la bandera, esperando que me venga a rescatar Martin, mi primer beso, mi primer amor.
PROBLEMAS DE PLAGAS
El rocio ya había caído, el olor a pasto mojado me despertó esa mañana. La casa de mi tía quedaba en el medio de la nada y lo único que se oía era el sonido de las chicharras. En la cocina me esperaban con tostadas. Me siento para tomar la leche y veo que mi tía se queda mirando un tic que yo tenia desde que había llegado. Sin cesar me rascaba la cabeza. Se me acerca la tía, me mira la cabeza y me grita:
— ¡Nena tenes piojos ! ¿Tu mamá sabe?
Yo con 6 años, una culpa más grande que mi edad y un calor que me subía a los cachetes, le dije:
—No tiita ¿qué son los piojos…? —
En eso llega mi abuelita y mi tía le cuenta:
—La nena tiene piojos, se los agarro acá, seguro que la contagio el hijo del sereno. Hay que sacárselos antes que se los vea la madre, sino ¡me mata!—
El asunto fue que el medio de la nada era el campo y ahí no llegaba Nopusit. Así que la mejor idea de mi tía fue sacarme los pijos echándome querosén.
Para mi el querosén era el liquido que se usaba para prender la estufa, por lo que yo en ese momento me imaginaba con la cabeza en llamas. Así que quebré en llanto y me resguarde en la falda de mi abuelita a los gritos pelados diciendo:
—Mi mamá ya sabe, y a ella no le molesta que me rasque la cabeza! —
Me encantaba ese lugar. Me gustaba más que estar en mi casa comiendo nesquik con cucharita. Me gustaba el olor a crayos que me quedaba en las manos, por estar dibujado todo el día. Ahí todos nos divertíamos con las mismas cosas. Coleccionábamos figuritas, yo tenía las de frutillita que tenia brillantina y olor a rico. A ninguna nos gustaba bañarnos y se nos complicaba comer con cuchillo y tenedor. Éramos un grupo de locos que hacíamos lo que realmente queríamos. De ves en cuando venia seño, nos cuidaba y nos mareaba con números y letras. Pero pasábamos la mayor parte del tiempo en el patio. Había un elefante rojo que dejaba deslizarnos por su trompa. Pasábamos las tardes jugando al poliladron, a mi me gustaba ser ladrón, quedarme atada al mástil de la bandera, esperando que me venga a rescatar Martin, mi primer beso, mi primer amor.
PROBLEMAS DE PLAGAS
El rocio ya había caído, el olor a pasto mojado me despertó esa mañana. La casa de mi tía quedaba en el medio de la nada y lo único que se oía era el sonido de las chicharras. En la cocina me esperaban con tostadas. Me siento para tomar la leche y veo que mi tía se queda mirando un tic que yo tenia desde que había llegado. Sin cesar me rascaba la cabeza. Se me acerca la tía, me mira la cabeza y me grita:
— ¡Nena tenes piojos ! ¿Tu mamá sabe?
Yo con 6 años, una culpa más grande que mi edad y un calor que me subía a los cachetes, le dije:
—No tiita ¿qué son los piojos…? —
En eso llega mi abuelita y mi tía le cuenta:
—La nena tiene piojos, se los agarro acá, seguro que la contagio el hijo del sereno. Hay que sacárselos antes que se los vea la madre, sino ¡me mata!—
El asunto fue que el medio de la nada era el campo y ahí no llegaba Nopusit. Así que la mejor idea de mi tía fue sacarme los pijos echándome querosén.
Para mi el querosén era el liquido que se usaba para prender la estufa, por lo que yo en ese momento me imaginaba con la cabeza en llamas. Así que quebré en llanto y me resguarde en la falda de mi abuelita a los gritos pelados diciendo:
—Mi mamá ya sabe, y a ella no le molesta que me rasque la cabeza! —
MARIA
EL CONCURSO
Se había detenido ante el buzón con la indiferencia diaria. Había colocado la correspondencia sobre la mesa y sólo luego del primer sorbo de café notó la presencia de aquel sobre rojo. Desgarró inquieto el envoltorio y las letras doradas brillaron bajo la luz de su mirada inquisidora. En un instante su corazón corroboró el pasaje del éxtasis a la desdicha más profunda. Nunca había sido considerado para un galardón tan importante como aquel, pero qué podría hacer yo, pensó, un pobre pintor de naturalezas muertas y retratos en un concurso de aquellas dimensiones, donde los mejores artistas del país se daban cita. La desesperación, que había empezado acariciando su mejilla, pronto invadió todo su cuerpo.
DANIELA OJEA EL RELOJ CON IMPACIENCIA
Daniela ojea el reloj con impaciencia. Las rayitas en su banco, tachadas de a cinco, no marcan años, sólo minutos, pero para ella es como si lo fueran. Concentra toda su atención en una manchita inoportuna sobre el pizarrón. Le imagina formas inesperadas, le crea un origen hipotéticamente posible, lo ve expirar bajo el vehemente borrador del profesor. Consume así los próximos treinta y dos segundos. Su atención ha sabido discernir cada mínimo detalle de aquella aula que se le antoja cada vez más pequeña. Respira aire cargado de inutilidad, piensa, como a diario, que no podría soportar esta situación ni una sola vez más en su vida. Por su cabeza ya han desfilado nueve modos diversos en que el profesor y todo lo que lo rodea podría desvanecerse. En el momento en el que el furioso tigre dientes de sable hace su salto triunfal, con sus colmillos blancos y sus garras extendidas hacia el educador, casi inesperadamente, suena el timbre.
EL MAIL
La vi a la negra ayer. Le tiré una punta pero por suerte no me expandí. No colaboraría, hay que tacharla. Ya fue, si somos sólo dos no importa. Como ya te dije, mejor confiar en todos y no que alguno nos presente dudas. No estamos como para sumarnos complicaciones.
Ya compré los baldes de pintura y tengo el engrudo listo. Acordate de chequear lo del sereno, quedaríamos como unos estúpidos. Bueno, si conseguís alguien más avisame.
Un abrazo, cuidate.
PD: encargate de los pasamontañas porque acá no encontré.
INCOMODIDAD
Acumulados en el rincón sobre la silla estaban: la camisa floreada, la remerita manga ¾, los tres shorcitos de jean (exactamente iguales pero talles sucesivos, no fuera a ser que le errara con el tamaño y tuviera que volver a salir) y el pantalón acuadrillé. Había encarado decisiva el lugar, sin preguntar su ubicación precisa. El primer sobresalto fue cuando vió la cola que había. “Ahora entro y entre tanta muchedumbre me abren la puerta en mitad de todo” pensó, no sin recordar que como siempre correría el pestillo preventivamente. El segundo sobresalto se lo dieron las cortinas corredizas que apenas llegaban a tapar la totalidad de la abertura. Eso era peor que cuando su madre acudía apenas dos segundos después de que hubiera entrado para ver cómo le quedaba la prenda. Con la mano derecha, y después de dejar toda la ropa elegida sobre la silla, mantuvo la cortina pegada a uno de los extremos mientras que con el pie izquierdo intentaba lo mismo en el ángulo opuesto. Haciendo malabares, logró probarse el primero de los shorcitos.
MICRORELATO
El humo negro colmó el aire y el ruido se hizo un murmullo lejano.
LA MIRADA PARTICULAR DE UN PERSONAJE
El mar. Quieto o furioso. En cualquier caso inestable. Yo sentada en la arena de un amanecer. ¿Estoy acá o allá? ¿Estamos acá o allá, Fede? ¿Cuánto de valioso puede tener esta imagen si no hay con quién compartirla? Pero cuánto de valioso tiene este momento. Arriba, en el cielo manchado acá o allá por alguna nube pasajera, un barrilete colorido y juguetón busca la distancia, il distacco, el desliz. ¿Qué tan alejados estamos de él, Fede? El otro día, mientras caminaba en La Plata, ví en el suelo una botella de vidrio rota. No rota, partida. Puntas afiladas, violencia, hicieron vestir de frágil manto mi paz interrumpida. No fue una sensación de miedo o temor, no llegó al desamparo, pero sí al cuestionamiento y a la duda. Ay, Fede, esa botella, o sus pedazos, corroboraron la caducidad del todo por arraigado que se encuentre. Un instante unívoco que se hace trascendental por sus consecuencias esgrime la mutación del devenir en menos que un suspiro. Y nosotros acá, Fede, mirando el mar y sintiendo la arena en las manos, buscando certezas, qué te parece.
LA MIRADA PARTICULAR DE OTRO PERSONAJE
En tus ojos el infinito del horizonte que miras, donde se confunden los matices, donde pareces perderte y ya no logro hallarte. No me ves, estás allá. Sólo yo siento la arena en mis manos. Ahora no me llamás y me preguntás antojos, curiosidades, Fede, Fede. Qué bien suena en tus labios, sólo entonces quisiera escuchar mi nombre y sentirme vivo. Eres inescrutable, te siento tan lejana, de qué me servirían ahora las palabras y este mar si no estás a mi lado.
Se había detenido ante el buzón con la indiferencia diaria. Había colocado la correspondencia sobre la mesa y sólo luego del primer sorbo de café notó la presencia de aquel sobre rojo. Desgarró inquieto el envoltorio y las letras doradas brillaron bajo la luz de su mirada inquisidora. En un instante su corazón corroboró el pasaje del éxtasis a la desdicha más profunda. Nunca había sido considerado para un galardón tan importante como aquel, pero qué podría hacer yo, pensó, un pobre pintor de naturalezas muertas y retratos en un concurso de aquellas dimensiones, donde los mejores artistas del país se daban cita. La desesperación, que había empezado acariciando su mejilla, pronto invadió todo su cuerpo.
DANIELA OJEA EL RELOJ CON IMPACIENCIA
Daniela ojea el reloj con impaciencia. Las rayitas en su banco, tachadas de a cinco, no marcan años, sólo minutos, pero para ella es como si lo fueran. Concentra toda su atención en una manchita inoportuna sobre el pizarrón. Le imagina formas inesperadas, le crea un origen hipotéticamente posible, lo ve expirar bajo el vehemente borrador del profesor. Consume así los próximos treinta y dos segundos. Su atención ha sabido discernir cada mínimo detalle de aquella aula que se le antoja cada vez más pequeña. Respira aire cargado de inutilidad, piensa, como a diario, que no podría soportar esta situación ni una sola vez más en su vida. Por su cabeza ya han desfilado nueve modos diversos en que el profesor y todo lo que lo rodea podría desvanecerse. En el momento en el que el furioso tigre dientes de sable hace su salto triunfal, con sus colmillos blancos y sus garras extendidas hacia el educador, casi inesperadamente, suena el timbre.
EL MAIL
La vi a la negra ayer. Le tiré una punta pero por suerte no me expandí. No colaboraría, hay que tacharla. Ya fue, si somos sólo dos no importa. Como ya te dije, mejor confiar en todos y no que alguno nos presente dudas. No estamos como para sumarnos complicaciones.
Ya compré los baldes de pintura y tengo el engrudo listo. Acordate de chequear lo del sereno, quedaríamos como unos estúpidos. Bueno, si conseguís alguien más avisame.
Un abrazo, cuidate.
PD: encargate de los pasamontañas porque acá no encontré.
INCOMODIDAD
Acumulados en el rincón sobre la silla estaban: la camisa floreada, la remerita manga ¾, los tres shorcitos de jean (exactamente iguales pero talles sucesivos, no fuera a ser que le errara con el tamaño y tuviera que volver a salir) y el pantalón acuadrillé. Había encarado decisiva el lugar, sin preguntar su ubicación precisa. El primer sobresalto fue cuando vió la cola que había. “Ahora entro y entre tanta muchedumbre me abren la puerta en mitad de todo” pensó, no sin recordar que como siempre correría el pestillo preventivamente. El segundo sobresalto se lo dieron las cortinas corredizas que apenas llegaban a tapar la totalidad de la abertura. Eso era peor que cuando su madre acudía apenas dos segundos después de que hubiera entrado para ver cómo le quedaba la prenda. Con la mano derecha, y después de dejar toda la ropa elegida sobre la silla, mantuvo la cortina pegada a uno de los extremos mientras que con el pie izquierdo intentaba lo mismo en el ángulo opuesto. Haciendo malabares, logró probarse el primero de los shorcitos.
MICRORELATO
El humo negro colmó el aire y el ruido se hizo un murmullo lejano.
LA MIRADA PARTICULAR DE UN PERSONAJE
El mar. Quieto o furioso. En cualquier caso inestable. Yo sentada en la arena de un amanecer. ¿Estoy acá o allá? ¿Estamos acá o allá, Fede? ¿Cuánto de valioso puede tener esta imagen si no hay con quién compartirla? Pero cuánto de valioso tiene este momento. Arriba, en el cielo manchado acá o allá por alguna nube pasajera, un barrilete colorido y juguetón busca la distancia, il distacco, el desliz. ¿Qué tan alejados estamos de él, Fede? El otro día, mientras caminaba en La Plata, ví en el suelo una botella de vidrio rota. No rota, partida. Puntas afiladas, violencia, hicieron vestir de frágil manto mi paz interrumpida. No fue una sensación de miedo o temor, no llegó al desamparo, pero sí al cuestionamiento y a la duda. Ay, Fede, esa botella, o sus pedazos, corroboraron la caducidad del todo por arraigado que se encuentre. Un instante unívoco que se hace trascendental por sus consecuencias esgrime la mutación del devenir en menos que un suspiro. Y nosotros acá, Fede, mirando el mar y sintiendo la arena en las manos, buscando certezas, qué te parece.
LA MIRADA PARTICULAR DE OTRO PERSONAJE
En tus ojos el infinito del horizonte que miras, donde se confunden los matices, donde pareces perderte y ya no logro hallarte. No me ves, estás allá. Sólo yo siento la arena en mis manos. Ahora no me llamás y me preguntás antojos, curiosidades, Fede, Fede. Qué bien suena en tus labios, sólo entonces quisiera escuchar mi nombre y sentirme vivo. Eres inescrutable, te siento tan lejana, de qué me servirían ahora las palabras y este mar si no estás a mi lado.
miércoles
JONATAN
PERSONAJE CON PROBLEMA
Simon Murphy es el astrólogo del pueblo de Junin. Heredero espiritual de padres altamente politizados, pero de gran naturaleza esotérica, ha consagrado su vida al estudio oracular de los astros. En el periodo de los dandys, Simon combatía el porte lujoso de los jóvenes de su generación, con blanquitas túnicas que el creía de estilo griego. El es un testigo de la decadencia de su pueblo, ya que ello se reflejo en su labor astrológica. ¿Qué fue de esas inquietudes espirituales de la década del ’30? ¿Dónde fueron a parar las incertidumbres sobre el camino al bien que tuvieron durante los ’40? Ya solo quedan consultas financieras amorosas. Cuán hondo cala el saber la compatibilidad entre una ariana y un escorpiano. Triste, sabe que paso, mas no que le pasa. Su investigación ya no lo estimula, y su concepto ha reducido a la mención de “chanta estelar”.
PERSONAJE VA DE PUNTO “A” A PUNTO “B”
YPF: 5 kilómetros. 5 Kilómetros a 137 kilómetros por hora: 1 minuto. Irregularidad en camino: Nula. Caos vehicular: Nulo. Tiempo estimado de arribo: 1 minuto. No quiero ver. No quiero ver. Sigue ahí. ¿Para que semejante curvatura? El egoísmo humano llega a limites impensables. No quiero llegar. Soy capaz de darle un curso intensivo de manejo a Carla. Despertate nena. Saca los pies de arriba de mi bolso. No puedo tolerarlo. Podría cambiar las butacas de lugar. Herramientas. No traje herramientas. Porque debo cuidar su dolor cervical, si nadie piensa en quienes adolecemos de columnas flexibles.
EMAIL
Que hace pollito? Lo mío bien, salvo por que no tengo mas crédito para con vos. No tengo gana de esperar una tercera muestrita. La carne que mandaste no la pudimos aflojar con nada. ¿Qué le viste de tierna? Vieja y terca ¿es esa la calidad que manejo? No me interesa perder el tiempo aflojando un producto vencido. Amor no me falta. Odio para cargártelo a vos, tampoco. Así que espero una renovación de stock. Porque a las chicas ya les bailan las moscas alrededor. Espero ansioso el cargamento. M
LUGAR ASOCIADO A UN ESTADO/SENSACION/EMOCION
Y de ese beso cuelga el siempre glorioso hilo de baba. Y ellos se sienten eternos. Divinizados. Dignos de la gloria de dios. Y el hilo sigue ahí. Pero es un instante espiritual, y en lo espiritual no hay hilos de baba que empañen el festejo. Y esos estruendos luminosos. No hacen mas que evidenciar el puente salivoso entre el delicado labio inferior de la amada y el grotesco churrasco del amada. Y la foto. La foto que congela ese símbolo de unión. En otro contexto esa desprolijidad salival seria un escándalo. Y necios siguen posando, eternizando su unión. Inmortalizando ese maldito hilo en mis ojos. Los presentes lo aceptan, ya que ellos, si bien mentalmente, también se babean por los dichosos amantes. Que triste no contar con ellos para cuando ese liquido se convierta en objeto volador para impactar en el ahora enemigo, en medio de un pedido de divorcio. Así alguien podrá acotar que los hilos del destino estaban resbaladizos por la humedad.
DE DONDE VIENE Y A DONDE VA
¿Cuánto tiene que llorar una mujer y cuanta tinta debe tener en el marco de los ojos como para permitirle ver un oscuro halo del tamaño de una criatura recién nacida en su blusa?
RECUERDO
Tristemente la inconsciencia en la que vivimos hace que uno vea, creyendo que mira, dando por sentado que observa, en un constante estado contemplativo. Pero cuando la consciencia se despierta, uno puede sentir el popular “huelkquit”, occidentalmente conocido bajo el nombre de “revelación”. Fue ese día en donde meditaba sobre un asunto llamado flujo de consciencia, que me traía pocas contradicciones. Cuando de repente observe a mi gato. Ese gato pordiosero que hurta mis presas de pollo a mis espaldas, que camina por sobre el teclado de mi computadora modificando mis escritos, y que procura dejar sus marcas de transito por medio de senderos de pelos Ese mismo estaba siendo visto por mis ojos como un ser maravilloso. ¿Cuándo paso esto? Fue la pregunta que surgió. Tenia un felino en mi propia casa dirigiéndose mi mano. Sin temor alguno. Probé de hacerle un gesto convencional como mostrándole vacía mi falda. Para mi sorpresa subió. Quien había establecido ese código entre él y yo. Cada movimiento que hacia, cada gesto que emitía provocaba un impacto sensible en mi. Estaba haciendo consciente el comportamiento de mi gato. Pero esta nueva visión chocaba con mi anterior concepto anti civilizado que tenia de él. ¿Qué había sucedido para ser domesticado? Por suerte no entro nadie a interrumpir ese momento espiritual, ya que de seguro acotaría “el gato o vos?”
ANECDOTA
Guionarte: escuela de guión y creatividad. Charla abierta de Baraka Cine. Humahuaca 2049. Y ahí estaba. Como en tantas otras oportunidades en donde se pregunta como llego hasta ahí. Las palabras entraban en su mente como tecleos de maquina escribir. Las letras no imprimían en su entendimiento, y la mirada perdida lo evidenciaba. Intermitentemente entraban palabras desordenadas. Éxito, obra artística, originales, producción, talento, privilegio, innovación. Y una sensación de fulgor en el ambiente lo oprimía. Fue entonces cuando levanto la mano. ¿Para qué? Otra vez cayo a los influjos de su tendencia critica y combativa. Enmarcado en preguntas como ¿Van a leer nuestros guiones? ¿Podemos ir a ver sus rodajes? ¿Qué buscan de un guionista joven? Apareció su voz. De lo mas profundo de sus convicciones brotaron conceptos como sometimiento, entretener, inmovilizar, no pensar, perdida del juicio, ignorancia, revolución latinoamericana, consciencia, y otro tanto palabrerío, que para el tomaron forma en ese momento, de un arsenal ideológico dirigido a remover el sarro mental de todos los allí presentes. Para cuando termino su enérgico discurso, y a modo de antitesis de lo dicho, una horda de autómatas se puso de pie y se retiro alegremente del recinto. Todavía se pregunta si el fue causa de dicha huida, si sus palabras resonaron en lo profundo de los que se retiraban derrotados, o bien, si había cortado un ambiente de puro estimulo académico con vistas a ser mejores guionistas, y simplemente eso.
MIRADA PARTICUALR
Dos cosas me cautivaron siempre. La primera, la oscuridad, ese manto que logra hacernos sentir la no existencia. Y la segunda, la ancianidad, por la condensación de un vida en un ser. Por el estado latente de la sabiduría. Por la maestría en el narrar. Fue el día en que accedí a ir a una obra teatral distinta, hecha por ciegos. Fue tras una ceremonia protocolar, en donde, luego de atravesar un sofocante pasillo, y conectarme en fila militar con las personas que tenía adelante y atrás, cuando entré a la función. Oscuridad. Pero oscuridad absoluta. De fosa. De aljibe. De infinitud. Una desesperación me inundo. Realmente nunca había conocido la oscuridad. Ni durmiendo en un camping, ni en el sótano de mi casa, y ni aun, cuando cerraba los ojos. Hasta que. Hasta que una luz azul ilumino un rostro rugoso con pelos finos. Fue un suceso extraordinario. La luz azul reboto en el chal dorado de el ser luminoso, revelado lo que hasta entonces era para mi un espacio desconocido, inimaginado. Ya no hubo mas magia, ni por la enigmática oscuridad, ni por la supuesta sabiduría de la ancianidad. En un mismo día estas dos cosas juntas me produjeron desagrado.
MIRADA PARTICULAR CON CAMBIO DE PUNTO DE VISTA
Con esto queda desechada toda teoría sobre el falaz concepto de “a imagen y semejanza”. En las antiguas eras, donde se me figuraba como un astro, esta tragicómica imagen sería parte de un rito iniciático. El espíritu encarnado con el alma que se hacía llamar Mónica Suárez, debe haber muerto por inanición en ese trote desarticulado. Me corrijo, en ese galope desarticulado que mantenía una rítmica de avance animal. Y ante cada paso, un quiebre de cuello. El 168 que iniciaba su marcha. Y la ya desheredada hija de mi creación, dejando impactar los golpes de esos pasos descoordinados que soñaban alcanzar al gigante metálico. Y los quiebres de cuello eran cada vez mas severos. Y el 168 se decidía a alejarse de esa parada. Las ondas blandas de su cuerpo eran un contraste de los rígidos movimientos de esa sietemesina columna. Momento de éxtasis que hacia olvidar cualquier reparo en el bienestar del neonato. Y cual atleta olímpico al borde la consagración, una última inversión de energías, que repercutieron en el niño, como un batido de café en el posillo. Y el 168 partía. Y mi mirada contemplaba con la tristeza de un padre, el fracaso de su creación. Y en el sollozo reflexioné: ¿No seré yo hijo de esa madre?
HACEMOS LO QUE QUEREMOS
Atún. Tomate pomarola. Arbejas. Choclo verde. Ensalada primavera. Zanahoria sin piel. Hígado, humano. Zapallo dulce. Pimientos varios. Zapallo dulce. Hígado, humano. Afro, mediterráneo, ario, mestizo… Nunca había sentido tan arraigada su sangre alemana, cuando vio que su paladar, ese mediador i nstintivo que habla de nuestra vida sin palabra y con bocado, elegía la especialidad caucásica. ¿Sería ese acto de comerse a un compañero ario, un símbolo de sus excesos ideológicos? Sus pensamientos argumentaban de mil formas el porqué llevar por primera vez la especialidad de piel blanca. Fue lo único que llevó ese día. Y fué lo único que lo acompañó, cual pochocho en superbowl, en el acto donde la estrella de adán imprimiase como insignia de todos los telares que diferenciaban un territorio de otro, y que en ese acto quedaban bajo el manto de una única cultura. Tuvo ganas de orinar y se entristeció al hacerlo saludablemente.
Simon Murphy es el astrólogo del pueblo de Junin. Heredero espiritual de padres altamente politizados, pero de gran naturaleza esotérica, ha consagrado su vida al estudio oracular de los astros. En el periodo de los dandys, Simon combatía el porte lujoso de los jóvenes de su generación, con blanquitas túnicas que el creía de estilo griego. El es un testigo de la decadencia de su pueblo, ya que ello se reflejo en su labor astrológica. ¿Qué fue de esas inquietudes espirituales de la década del ’30? ¿Dónde fueron a parar las incertidumbres sobre el camino al bien que tuvieron durante los ’40? Ya solo quedan consultas financieras amorosas. Cuán hondo cala el saber la compatibilidad entre una ariana y un escorpiano. Triste, sabe que paso, mas no que le pasa. Su investigación ya no lo estimula, y su concepto ha reducido a la mención de “chanta estelar”.
PERSONAJE VA DE PUNTO “A” A PUNTO “B”
YPF: 5 kilómetros. 5 Kilómetros a 137 kilómetros por hora: 1 minuto. Irregularidad en camino: Nula. Caos vehicular: Nulo. Tiempo estimado de arribo: 1 minuto. No quiero ver. No quiero ver. Sigue ahí. ¿Para que semejante curvatura? El egoísmo humano llega a limites impensables. No quiero llegar. Soy capaz de darle un curso intensivo de manejo a Carla. Despertate nena. Saca los pies de arriba de mi bolso. No puedo tolerarlo. Podría cambiar las butacas de lugar. Herramientas. No traje herramientas. Porque debo cuidar su dolor cervical, si nadie piensa en quienes adolecemos de columnas flexibles.
Que hace pollito? Lo mío bien, salvo por que no tengo mas crédito para con vos. No tengo gana de esperar una tercera muestrita. La carne que mandaste no la pudimos aflojar con nada. ¿Qué le viste de tierna? Vieja y terca ¿es esa la calidad que manejo? No me interesa perder el tiempo aflojando un producto vencido. Amor no me falta. Odio para cargártelo a vos, tampoco. Así que espero una renovación de stock. Porque a las chicas ya les bailan las moscas alrededor. Espero ansioso el cargamento. M
LUGAR ASOCIADO A UN ESTADO/SENSACION/EMOCION
Y de ese beso cuelga el siempre glorioso hilo de baba. Y ellos se sienten eternos. Divinizados. Dignos de la gloria de dios. Y el hilo sigue ahí. Pero es un instante espiritual, y en lo espiritual no hay hilos de baba que empañen el festejo. Y esos estruendos luminosos. No hacen mas que evidenciar el puente salivoso entre el delicado labio inferior de la amada y el grotesco churrasco del amada. Y la foto. La foto que congela ese símbolo de unión. En otro contexto esa desprolijidad salival seria un escándalo. Y necios siguen posando, eternizando su unión. Inmortalizando ese maldito hilo en mis ojos. Los presentes lo aceptan, ya que ellos, si bien mentalmente, también se babean por los dichosos amantes. Que triste no contar con ellos para cuando ese liquido se convierta en objeto volador para impactar en el ahora enemigo, en medio de un pedido de divorcio. Así alguien podrá acotar que los hilos del destino estaban resbaladizos por la humedad.
DE DONDE VIENE Y A DONDE VA
¿Cuánto tiene que llorar una mujer y cuanta tinta debe tener en el marco de los ojos como para permitirle ver un oscuro halo del tamaño de una criatura recién nacida en su blusa?
RECUERDO
Tristemente la inconsciencia en la que vivimos hace que uno vea, creyendo que mira, dando por sentado que observa, en un constante estado contemplativo. Pero cuando la consciencia se despierta, uno puede sentir el popular “huelkquit”, occidentalmente conocido bajo el nombre de “revelación”. Fue ese día en donde meditaba sobre un asunto llamado flujo de consciencia, que me traía pocas contradicciones. Cuando de repente observe a mi gato. Ese gato pordiosero que hurta mis presas de pollo a mis espaldas, que camina por sobre el teclado de mi computadora modificando mis escritos, y que procura dejar sus marcas de transito por medio de senderos de pelos Ese mismo estaba siendo visto por mis ojos como un ser maravilloso. ¿Cuándo paso esto? Fue la pregunta que surgió. Tenia un felino en mi propia casa dirigiéndose mi mano. Sin temor alguno. Probé de hacerle un gesto convencional como mostrándole vacía mi falda. Para mi sorpresa subió. Quien había establecido ese código entre él y yo. Cada movimiento que hacia, cada gesto que emitía provocaba un impacto sensible en mi. Estaba haciendo consciente el comportamiento de mi gato. Pero esta nueva visión chocaba con mi anterior concepto anti civilizado que tenia de él. ¿Qué había sucedido para ser domesticado? Por suerte no entro nadie a interrumpir ese momento espiritual, ya que de seguro acotaría “el gato o vos?”
ANECDOTA
Guionarte: escuela de guión y creatividad. Charla abierta de Baraka Cine. Humahuaca 2049. Y ahí estaba. Como en tantas otras oportunidades en donde se pregunta como llego hasta ahí. Las palabras entraban en su mente como tecleos de maquina escribir. Las letras no imprimían en su entendimiento, y la mirada perdida lo evidenciaba. Intermitentemente entraban palabras desordenadas. Éxito, obra artística, originales, producción, talento, privilegio, innovación. Y una sensación de fulgor en el ambiente lo oprimía. Fue entonces cuando levanto la mano. ¿Para qué? Otra vez cayo a los influjos de su tendencia critica y combativa. Enmarcado en preguntas como ¿Van a leer nuestros guiones? ¿Podemos ir a ver sus rodajes? ¿Qué buscan de un guionista joven? Apareció su voz. De lo mas profundo de sus convicciones brotaron conceptos como sometimiento, entretener, inmovilizar, no pensar, perdida del juicio, ignorancia, revolución latinoamericana, consciencia, y otro tanto palabrerío, que para el tomaron forma en ese momento, de un arsenal ideológico dirigido a remover el sarro mental de todos los allí presentes. Para cuando termino su enérgico discurso, y a modo de antitesis de lo dicho, una horda de autómatas se puso de pie y se retiro alegremente del recinto. Todavía se pregunta si el fue causa de dicha huida, si sus palabras resonaron en lo profundo de los que se retiraban derrotados, o bien, si había cortado un ambiente de puro estimulo académico con vistas a ser mejores guionistas, y simplemente eso.
MIRADA PARTICUALR
Dos cosas me cautivaron siempre. La primera, la oscuridad, ese manto que logra hacernos sentir la no existencia. Y la segunda, la ancianidad, por la condensación de un vida en un ser. Por el estado latente de la sabiduría. Por la maestría en el narrar. Fue el día en que accedí a ir a una obra teatral distinta, hecha por ciegos. Fue tras una ceremonia protocolar, en donde, luego de atravesar un sofocante pasillo, y conectarme en fila militar con las personas que tenía adelante y atrás, cuando entré a la función. Oscuridad. Pero oscuridad absoluta. De fosa. De aljibe. De infinitud. Una desesperación me inundo. Realmente nunca había conocido la oscuridad. Ni durmiendo en un camping, ni en el sótano de mi casa, y ni aun, cuando cerraba los ojos. Hasta que. Hasta que una luz azul ilumino un rostro rugoso con pelos finos. Fue un suceso extraordinario. La luz azul reboto en el chal dorado de el ser luminoso, revelado lo que hasta entonces era para mi un espacio desconocido, inimaginado. Ya no hubo mas magia, ni por la enigmática oscuridad, ni por la supuesta sabiduría de la ancianidad. En un mismo día estas dos cosas juntas me produjeron desagrado.
MIRADA PARTICULAR CON CAMBIO DE PUNTO DE VISTA
Con esto queda desechada toda teoría sobre el falaz concepto de “a imagen y semejanza”. En las antiguas eras, donde se me figuraba como un astro, esta tragicómica imagen sería parte de un rito iniciático. El espíritu encarnado con el alma que se hacía llamar Mónica Suárez, debe haber muerto por inanición en ese trote desarticulado. Me corrijo, en ese galope desarticulado que mantenía una rítmica de avance animal. Y ante cada paso, un quiebre de cuello. El 168 que iniciaba su marcha. Y la ya desheredada hija de mi creación, dejando impactar los golpes de esos pasos descoordinados que soñaban alcanzar al gigante metálico. Y los quiebres de cuello eran cada vez mas severos. Y el 168 se decidía a alejarse de esa parada. Las ondas blandas de su cuerpo eran un contraste de los rígidos movimientos de esa sietemesina columna. Momento de éxtasis que hacia olvidar cualquier reparo en el bienestar del neonato. Y cual atleta olímpico al borde la consagración, una última inversión de energías, que repercutieron en el niño, como un batido de café en el posillo. Y el 168 partía. Y mi mirada contemplaba con la tristeza de un padre, el fracaso de su creación. Y en el sollozo reflexioné: ¿No seré yo hijo de esa madre?
HACEMOS LO QUE QUEREMOS
Atún. Tomate pomarola. Arbejas. Choclo verde. Ensalada primavera. Zanahoria sin piel. Hígado, humano. Zapallo dulce. Pimientos varios. Zapallo dulce. Hígado, humano. Afro, mediterráneo, ario, mestizo… Nunca había sentido tan arraigada su sangre alemana, cuando vio que su paladar, ese mediador i nstintivo que habla de nuestra vida sin palabra y con bocado, elegía la especialidad caucásica. ¿Sería ese acto de comerse a un compañero ario, un símbolo de sus excesos ideológicos? Sus pensamientos argumentaban de mil formas el porqué llevar por primera vez la especialidad de piel blanca. Fue lo único que llevó ese día. Y fué lo único que lo acompañó, cual pochocho en superbowl, en el acto donde la estrella de adán imprimiase como insignia de todos los telares que diferenciaban un territorio de otro, y que en ese acto quedaban bajo el manto de una única cultura. Tuvo ganas de orinar y se entristeció al hacerlo saludablemente.
martes
ANA INES
DE ESPALDAS A LA PUERTA
Una hilera de navajas de plata prolijamente dispuestas,
son ocho si son ocho,
cepillos, cremas, secadores y
esos pelos decolorados desparramados por el piso
Ella mira por la ventana de espaldas a la puerta,
suena la campanilla, entra una clienta…
y esa mancha que no sale,
sillas, espejos y acetona,
Ella mira por la ventana de espaldas a la puerta,
Suena la campanilla, entra una clienta…
Una hilera de navajas de plata prolijamente dispuestas, son siete si son siete.
ESPERANDO DEFINICIONES
Acá estoy en la puerta del teatro, un grupo a la entrada, 2 chicas, veintipico cortos, 2 muchachos robustos muy parecidos, pelo castaño lacio, naríz respingada casi idéntica, si ambos supongo, estoy segura a esta altura, son hermanos. Estan charlando animadamente sin embargo algo noto en su actitud expectante, falta alguien…mueven la cabeza de un lado a otro buscando, uno mira mucho el reloj…si es la misma obra que veré les quedan 10 minutos de tiempo para entrar.
Uno de los hermanos se me antoja caradura, descarado, osado: “persona que luego de asesinar a sus padres ruega piedad ante los estrados por haber quedado huérfano”
Una de las chicas, me resulta simpática, alegre, optimista: “Persona que se le mueren los padres, redecora la casa, cambia los muebles y se queda a vivir allí”, la otra chica llamemoslé B, juega con un bucle ensortijado y mueve el pie al compás, su mirada perdida, tiene un aire despreocupado, despistado, colgado: “persona que pierde a sus padres y sin saber de la mano de que tía llega al velorio y pregunta quien es el muerto”El hermano que falta se queja refunfuña, mira el reloj a cada rato da golpeteos fuertes con el pie encabritado, resulta quejoso, apesadumbrado, pesimista: “persona que le asesinan a sus padres y llama desde el sillón al hermano puteando por lo atrasado que va el juicio”
CUANDO LLUEVE Y NO PUEDO DORMIR
Como explicar lo inexplicable, lo que sustenta tus mañanas
Un día se va para no volver, Cómo pasar de lo inexorable a lo cotidiano.
Construimos la coraza de un amor desenfrenado
que nos abastezca de un resplandor , sólo eso.
El reflejo de algo que esta lejos y su luz engañosa nos hace creer que eso es el sol.
Sigue la vida, pasan los recuerdos,
nos aferramos al vacío , golpeamos desesperadamente,
creyendo que así con la frente en alto todo saldrá bien.
Nada es lo que parece, las cosas son sin importar lo que nosotros pensamos,
Y cobran vida cuando las miramos.
El orgullo y el llanto son la mortaja, de un dolor clavado, destinado a morir eternamente.
Una hilera de navajas de plata prolijamente dispuestas,
son ocho si son ocho,
cepillos, cremas, secadores y
esos pelos decolorados desparramados por el piso
Ella mira por la ventana de espaldas a la puerta,
suena la campanilla, entra una clienta…
y esa mancha que no sale,
sillas, espejos y acetona,
Ella mira por la ventana de espaldas a la puerta,
Suena la campanilla, entra una clienta…
Una hilera de navajas de plata prolijamente dispuestas, son siete si son siete.
ESPERANDO DEFINICIONES
Acá estoy en la puerta del teatro, un grupo a la entrada, 2 chicas, veintipico cortos, 2 muchachos robustos muy parecidos, pelo castaño lacio, naríz respingada casi idéntica, si ambos supongo, estoy segura a esta altura, son hermanos. Estan charlando animadamente sin embargo algo noto en su actitud expectante, falta alguien…mueven la cabeza de un lado a otro buscando, uno mira mucho el reloj…si es la misma obra que veré les quedan 10 minutos de tiempo para entrar.
Uno de los hermanos se me antoja caradura, descarado, osado: “persona que luego de asesinar a sus padres ruega piedad ante los estrados por haber quedado huérfano”
Una de las chicas, me resulta simpática, alegre, optimista: “Persona que se le mueren los padres, redecora la casa, cambia los muebles y se queda a vivir allí”, la otra chica llamemoslé B, juega con un bucle ensortijado y mueve el pie al compás, su mirada perdida, tiene un aire despreocupado, despistado, colgado: “persona que pierde a sus padres y sin saber de la mano de que tía llega al velorio y pregunta quien es el muerto”El hermano que falta se queja refunfuña, mira el reloj a cada rato da golpeteos fuertes con el pie encabritado, resulta quejoso, apesadumbrado, pesimista: “persona que le asesinan a sus padres y llama desde el sillón al hermano puteando por lo atrasado que va el juicio”
CUANDO LLUEVE Y NO PUEDO DORMIR
Como explicar lo inexplicable, lo que sustenta tus mañanas
Un día se va para no volver, Cómo pasar de lo inexorable a lo cotidiano.
Construimos la coraza de un amor desenfrenado
que nos abastezca de un resplandor , sólo eso.
El reflejo de algo que esta lejos y su luz engañosa nos hace creer que eso es el sol.
Sigue la vida, pasan los recuerdos,
nos aferramos al vacío , golpeamos desesperadamente,
creyendo que así con la frente en alto todo saldrá bien.
Nada es lo que parece, las cosas son sin importar lo que nosotros pensamos,
Y cobran vida cuando las miramos.
El orgullo y el llanto son la mortaja, de un dolor clavado, destinado a morir eternamente.
GONZALO
UN HOMBRE SOLO
“Un hombre solo, es solo el comienzo para que algo se empiece a concretar” decía una publicidad de hace unos años. Era un aviso de Sancor, no sé si se acuerda. Un hombre solo, es solo el comienzo. Quiere decir que un solo hombre alcanza para empezar algo. Pero si decimos un hombre solo nos hace pensar en que para que algo se empiece a concretar hace falta que la persona se encuentre sola. Y por consiguiente llegamos también a la conclusión de que si la persona está acompañada no va a poder concretar nada. Fijese usted ¿no? como a través de una simple publicidad a uno ya le meten en la cabeza que si usted quiere concretar alguna cosa en su vida más le vale quedarse solo porque si no, no va a llegar a nada. Ah, y ya que estamos cómprese una leche Sancor así nos hacemos más ricos de lo que ya somos. Increible, no me diga. Después resulta que un día usted se encuentra solo en la vida, se peleo con sus amigos, su familia, todos… y no sabe porque. Hace terapia por supuesto. Trata de averiguar, de investigar en que extraño vericueto de su cabeza se esconde el motivo que lo hace alejarse indefectiblemente de la gente que quiere. Con el tiempo también se hace odiar por el terapeuta que le pide que no vaya más. Usted insiste en continuar para no tener que empezar de nuevo con otro psicólogo y tener que contar todo desde el principio, no quiere perder el camino recorrido, pero el tipo le dice que le da el alta, que cierra el consultorio y se va a poner un puesto de bijouterie en el shopping de Avellaneda. Cualquier cosa le dice porque ya no lo quiere ver. El Psicólogo lo odia, a ver si me entiende. Incluso a usted le ocurre que un día agarra el auto para ir al cine y termina no sabe como en el medio de la pampa, en el desierto. Y usted se queda viviendo ahí, comiendo raíces, peludos, arena. Corriendo inclusive peligro de morir. Pero si usted muere no puede ir a comprar una leche Sancor, que era el propósito inicial de la publicidad ¿me entiende? ¿Se da cuenta de lo que le hablo? Fijese usted como por solo cambiar una palabra de lugar el lio que se arma. No me diga. A que usted ni se imaginaba que una palabra fuera de lugar fuese capaz de provocar semejante quilombo. Y todo por esa publicidad que hicieron en su agencia. Por eso le escribo esta carta. Acá en el desierto no tengo televisión pero allá en la ciudad yo deje a mi familia, a mis hijos. Se lo pido por ellos ¿sabe? Ellos son jóvenes y no saben el daño que les puede hacer la publicidad.
DOLOR DE PANZA
Listo. Empezó a correr el tiempo. Tengo que escribir algo. ¿A ver? Uy, todos ya empezaron. No puede ser, algo se me tiene que ocurrir. ¿Justo ahora me vengo a bloquear? No me digas que todos terminan y yo con la hoja en blanco porque tengo que fingir un dolor de panza o algo. Encima actuando soy malísimo. Es mejor escribir cualquier cosa a que me vean actuar. Eso es seguro. Valeria acaba de decir que falta un minuto. Dale Gonzalo no me hagas esto por favor te lo pido. ¡Ah, ya se! ¿Y si escribo esto que estoy pensando? Uh, se terminó el tiempo. Que dolor de panza que tengo, por dios.
EL CAÑO DEL COLECTIVO
Hay una sola cosa que me molesta mas que se me caigan las mangas remangadas mientras estoy lavando los platos, y es sentarme en un asiento del colectivo y que este calentito por el contacto reciente con otro cuerpo. Pero hoy descubrí algo peor. En el colectivo también. Pasó que cuando me subí estaba muy lleno y me tuve que agarrar del caño de arriba y estaba tibio. Evidentemente alguien había tenido la mano apoyada en ese lugar hacía instantes. Y me dio asco. Después conseguí asiento enseguida y pude comprobar palpablemente que el caño calentito es peor que el asiento, a pesar del hecho de que sobre el asiento estuvo apoyado el culo de un desconocido. Razonando acerca de esta especie de paradoja me quede en el colectivo hasta que ya no quedase nadie parado. Entonces me puse de pie y recorrí con las manos todo el largo de los dos caños del techo, buscando una parte tibia. La encontré y fui enseguida a sentarme en un asiento recién desocupado. Todos me miraban. Estuve pensando unos instantes y me di cuenta. El caño estuvo en contacto directo con otra piel, en cambio en el asiento hubo ropa de por medio. Me baje y tome el colectivo para el otro lado. Me había pasado.
EL SEÑOR DEL COLECTIVO
Hoy cuando vine con mi mama para acá paso algo raro. Tomamos el colectivo 12 como siempre. A mí me gusta sentarme solo y conseguí un asiento buenísimo. Mi mama se fue a sentar atrás. Y cuando el colectivo estaba lleno, veo a un señor que sube y se agarra del caño de arriba y lo suelta enseguida. Puso un poco de cara de asco asique para mí que había un chicle. Después se quedo así. Cuando se fue vaciando el colectivo el señor se sentó adelante mío, pero apenas lo hizo se levanto un poquito y miro el asiento como si se hubiese pinchado con algo. ¡Era un señor con re mala suerte! Después de un rato yo ya estaba distraído pero vi al señor levantarse y pasar las manos por los caños de arriba buscando mas chicles. Para mí que quería sacarlos para que a nadie más le pase lo que le paso a él. Justo ahí vino mi mama con cara de asustada y me dijo “nos bajamos”. Me pareció raro. Yo le dije “pero si falta un montón para llegar” pero igual ella me agarro del brazo y me llevo hacia la salida que justo se abría. Yo me di vuelta y alcancé a ver al señor sentarse en otro asiento. Para mí que no quería pincharse de nuevo.
EN CASO DE VIDRIO
Probablemente el tipo fuese rumano o algo así. El que hizo el cartel digo. “En caso de vidrio rompa el martillo con el incendio”. Y como acá en el pueblo casi nadie hizo la primaria le teníamos mucho respeto al europeo este. Son gente con cultura. Pero bueno, durante años el cartel fue perdiendo personalidad hasta que un día viene un camión por la calle principal trasladando el vidrio grande del Banco que está enfrente de la plaza. ¡El lio que se armó! Todo el mundo salió corriendo a buscar los martillos que tenían en las casas y los llevaron a la plaza. Ahí, donde habían puesto el vidrio del Banco. Enseguida empezaron a llegar algunos con bidones de querosene, con antorchas... de todo traían. Y empezó la fogata. Había que alejarse del calor que hacía. Terminamos todos quemados de adelante nomás, como si hubiésemos ido a ver despegar un cohete de a tres metro de distancia. Impresionante. Toda la noche duró el fuego. Algunos martillos siguieron encendidos hasta el otro día. Y entonces alguien dijo “Che, me parece que habría que cambiar ese cartel rumano, la plaza es un desastre”. Y otro le contestó “¿Y con que lo clavamos?”
“Un hombre solo, es solo el comienzo para que algo se empiece a concretar” decía una publicidad de hace unos años. Era un aviso de Sancor, no sé si se acuerda. Un hombre solo, es solo el comienzo. Quiere decir que un solo hombre alcanza para empezar algo. Pero si decimos un hombre solo nos hace pensar en que para que algo se empiece a concretar hace falta que la persona se encuentre sola. Y por consiguiente llegamos también a la conclusión de que si la persona está acompañada no va a poder concretar nada. Fijese usted ¿no? como a través de una simple publicidad a uno ya le meten en la cabeza que si usted quiere concretar alguna cosa en su vida más le vale quedarse solo porque si no, no va a llegar a nada. Ah, y ya que estamos cómprese una leche Sancor así nos hacemos más ricos de lo que ya somos. Increible, no me diga. Después resulta que un día usted se encuentra solo en la vida, se peleo con sus amigos, su familia, todos… y no sabe porque. Hace terapia por supuesto. Trata de averiguar, de investigar en que extraño vericueto de su cabeza se esconde el motivo que lo hace alejarse indefectiblemente de la gente que quiere. Con el tiempo también se hace odiar por el terapeuta que le pide que no vaya más. Usted insiste en continuar para no tener que empezar de nuevo con otro psicólogo y tener que contar todo desde el principio, no quiere perder el camino recorrido, pero el tipo le dice que le da el alta, que cierra el consultorio y se va a poner un puesto de bijouterie en el shopping de Avellaneda. Cualquier cosa le dice porque ya no lo quiere ver. El Psicólogo lo odia, a ver si me entiende. Incluso a usted le ocurre que un día agarra el auto para ir al cine y termina no sabe como en el medio de la pampa, en el desierto. Y usted se queda viviendo ahí, comiendo raíces, peludos, arena. Corriendo inclusive peligro de morir. Pero si usted muere no puede ir a comprar una leche Sancor, que era el propósito inicial de la publicidad ¿me entiende? ¿Se da cuenta de lo que le hablo? Fijese usted como por solo cambiar una palabra de lugar el lio que se arma. No me diga. A que usted ni se imaginaba que una palabra fuera de lugar fuese capaz de provocar semejante quilombo. Y todo por esa publicidad que hicieron en su agencia. Por eso le escribo esta carta. Acá en el desierto no tengo televisión pero allá en la ciudad yo deje a mi familia, a mis hijos. Se lo pido por ellos ¿sabe? Ellos son jóvenes y no saben el daño que les puede hacer la publicidad.
DOLOR DE PANZA
Listo. Empezó a correr el tiempo. Tengo que escribir algo. ¿A ver? Uy, todos ya empezaron. No puede ser, algo se me tiene que ocurrir. ¿Justo ahora me vengo a bloquear? No me digas que todos terminan y yo con la hoja en blanco porque tengo que fingir un dolor de panza o algo. Encima actuando soy malísimo. Es mejor escribir cualquier cosa a que me vean actuar. Eso es seguro. Valeria acaba de decir que falta un minuto. Dale Gonzalo no me hagas esto por favor te lo pido. ¡Ah, ya se! ¿Y si escribo esto que estoy pensando? Uh, se terminó el tiempo. Que dolor de panza que tengo, por dios.
EL CAÑO DEL COLECTIVO
Hay una sola cosa que me molesta mas que se me caigan las mangas remangadas mientras estoy lavando los platos, y es sentarme en un asiento del colectivo y que este calentito por el contacto reciente con otro cuerpo. Pero hoy descubrí algo peor. En el colectivo también. Pasó que cuando me subí estaba muy lleno y me tuve que agarrar del caño de arriba y estaba tibio. Evidentemente alguien había tenido la mano apoyada en ese lugar hacía instantes. Y me dio asco. Después conseguí asiento enseguida y pude comprobar palpablemente que el caño calentito es peor que el asiento, a pesar del hecho de que sobre el asiento estuvo apoyado el culo de un desconocido. Razonando acerca de esta especie de paradoja me quede en el colectivo hasta que ya no quedase nadie parado. Entonces me puse de pie y recorrí con las manos todo el largo de los dos caños del techo, buscando una parte tibia. La encontré y fui enseguida a sentarme en un asiento recién desocupado. Todos me miraban. Estuve pensando unos instantes y me di cuenta. El caño estuvo en contacto directo con otra piel, en cambio en el asiento hubo ropa de por medio. Me baje y tome el colectivo para el otro lado. Me había pasado.
EL SEÑOR DEL COLECTIVO
Hoy cuando vine con mi mama para acá paso algo raro. Tomamos el colectivo 12 como siempre. A mí me gusta sentarme solo y conseguí un asiento buenísimo. Mi mama se fue a sentar atrás. Y cuando el colectivo estaba lleno, veo a un señor que sube y se agarra del caño de arriba y lo suelta enseguida. Puso un poco de cara de asco asique para mí que había un chicle. Después se quedo así. Cuando se fue vaciando el colectivo el señor se sentó adelante mío, pero apenas lo hizo se levanto un poquito y miro el asiento como si se hubiese pinchado con algo. ¡Era un señor con re mala suerte! Después de un rato yo ya estaba distraído pero vi al señor levantarse y pasar las manos por los caños de arriba buscando mas chicles. Para mí que quería sacarlos para que a nadie más le pase lo que le paso a él. Justo ahí vino mi mama con cara de asustada y me dijo “nos bajamos”. Me pareció raro. Yo le dije “pero si falta un montón para llegar” pero igual ella me agarro del brazo y me llevo hacia la salida que justo se abría. Yo me di vuelta y alcancé a ver al señor sentarse en otro asiento. Para mí que no quería pincharse de nuevo.
EN CASO DE VIDRIO
Probablemente el tipo fuese rumano o algo así. El que hizo el cartel digo. “En caso de vidrio rompa el martillo con el incendio”. Y como acá en el pueblo casi nadie hizo la primaria le teníamos mucho respeto al europeo este. Son gente con cultura. Pero bueno, durante años el cartel fue perdiendo personalidad hasta que un día viene un camión por la calle principal trasladando el vidrio grande del Banco que está enfrente de la plaza. ¡El lio que se armó! Todo el mundo salió corriendo a buscar los martillos que tenían en las casas y los llevaron a la plaza. Ahí, donde habían puesto el vidrio del Banco. Enseguida empezaron a llegar algunos con bidones de querosene, con antorchas... de todo traían. Y empezó la fogata. Había que alejarse del calor que hacía. Terminamos todos quemados de adelante nomás, como si hubiésemos ido a ver despegar un cohete de a tres metro de distancia. Impresionante. Toda la noche duró el fuego. Algunos martillos siguieron encendidos hasta el otro día. Y entonces alguien dijo “Che, me parece que habría que cambiar ese cartel rumano, la plaza es un desastre”. Y otro le contestó “¿Y con que lo clavamos?”
sábado
LUIS
MICRORELATOS
1. A mí también me fusilaron.
2. Anótemé. Yo soy el despaarecido 30.000.
3. El que duerme con chicos, amanece como Osvaldo. Pobre Osvaldo...
4. Ya sabía yo, cuando me dijo "Policía", que iba a ser la última vez.
5. ¿El 26 de enero a la noche? No sé. ¿Es delito no acordarme?
HAIKUS
I. Eres el aire
Sumisa y ajena,
Nadie te toca.
II. Leves susurros
Entre hojas verdes
El viento lleva
III. Sin avisarme,
Elefante arrojado,
Te me colgaste.
IV. Tras la batalla,
Los ingleses mueren
En la tribuna
V. Con su gordo pie
La delgada mujer
Hace contraste
VI. Eres la otra
Que sueña y que juega
A derramarse
VII. Nada importa
En la cama deshecha
Estás ausente
1. A mí también me fusilaron.
2. Anótemé. Yo soy el despaarecido 30.000.
3. El que duerme con chicos, amanece como Osvaldo. Pobre Osvaldo...
4. Ya sabía yo, cuando me dijo "Policía", que iba a ser la última vez.
5. ¿El 26 de enero a la noche? No sé. ¿Es delito no acordarme?
HAIKUS
I. Eres el aire
Sumisa y ajena,
Nadie te toca.
II. Leves susurros
Entre hojas verdes
El viento lleva
III. Sin avisarme,
Elefante arrojado,
Te me colgaste.
IV. Tras la batalla,
Los ingleses mueren
En la tribuna
V. Con su gordo pie
La delgada mujer
Hace contraste
VI. Eres la otra
Que sueña y que juega
A derramarse
VII. Nada importa
En la cama deshecha
Estás ausente
DIANA DA SILVA
PASEO DIARIO
Nauseabundo. Ese pasillo lo instalaba en la más densa de las depresiones. Transitarlo día tras día después de pasar tiempo con mamá agonizante. Jorge quería un final inmediato, salir del hospital y a la media hora enterarse de que una bomba desintegró toda la manzana. Su cerebro se derretía mientras bajaba esos siete pisos por escalera, trayecto en el que se cruzaba con médicos, enfermeras, pacientes y visitantes como si fueran fantasmas. Estaba harto de la enfermedad, encima cuando estaba llegando a la planta baja ve una mancha horrible y oscura en el piso; sangre que nunca pudo limpiarse seguramente, sangre de alguno muerto hace rato; qué tristeza insoportable! Y de repente el aire de la calle desvaneciendo en parte su angustia y cuadra tras cuadra el edificio que va quedando atrás también como un espectro, aunque interiormente él quería y necesitaba escuchar la explosión. Estaba pensando en qué iba a hacer con el último deseo de mamá –casi imposible e irritante- cuando entró en el japonés y todo mutó, se volvió naranja como las carpas que nadaban en el estanque de la entrada, entonces Jorge pudo sentirse otro ser y brillar por un rato mientras le alcanzaban la carta.
DR. NICK RIVIERA
- “Bueno, vos me entendés…”. No, yo no te entiendo nada. ¿Para qué le dijo a la familia que hay esperanzas si no es así? Me molesta que con el “Vos me entendés” seguido de mi silencio me transformo en su cómplice. Chorrea sangre por todos lados y le pide al anestesista que le pase el termo. Su optimismo me deprime. Son las 6 de la mañana y ya este tipo se nos muere, no dá para más. Después le deja la cara manchada a la enfermera y se pone guantes naranjas para lavar los platos. Me pregunto si no será un asesino serial buscado en Latinoamérica. Tan bronceado. No usa barbijo para poder mostrar los dientes. Imposible, si impactó desde un décimo piso, no se salva. Ahora le peina las cejas con un cepillo dental que previamente me pide que le alcance. -“Y sí, me entendés…”, repite. NO!!! Quiero gritarle, no entiendo nada, no sé que hago acá. Pasan los minutos, los mates, las horas. El sudor me chorrea y cae encima del paciente, del tipo apenas muerto. Se le vuelva la yerba en la incisión de la cabeza. Todo termina. El Latino chupa un último mate lavado, sale al pasillo sonriente y le dice a la familia: -“Fue una desgracia sin suerte”.
PERRO
Todo cambió en segundos. Lo bueno era que cerrar los ojos o tenerlos abiertos era lo mismo. Bueno, no exactamente. Si los cerraba se le aparecían puntitos rojos. Cuando se estiraba, los huesos le sonaban. Desde la cocina llegaba el sonido de la radio pero no le importaba. Y ahí abajo se sentía como en una nave espacial, con la ventana cerrada mejor. De repente, un calor que se aproxima, una lengua inquieta que lo encuentra y un estallido de risas. Abraza al perro y se deja morder jugando. Aunque él nunca tuvo un perro real al que todos vieran y hubiera que darle de comer. Este perro como que no existe y flota. No siempre lo lame cuando está ahí abajo, pero no puede dejar de ir. Cada vez va más seguido porque sabe que un día se va a quedar para siempre, formando parte de esa oscuridad palpitante.
TORMENTA TERRIBLE
Tormenta terrible. Lluvia que se filtra por la ventana de la habitación en penumbras.
- Una noche como esta murió Ricardo.
- Y si murió ¿por qué no se va de una vez?
- Porque llueve a cántaros.
VIAJE ROJO
Es de noche. Sentada en el último asiento del 45, pensando en cualquier cosa. Se detiene el colectivo y veo rojo, todo rojo, las cabezas de la gente y sus brazos levantados teñidos de una luz sanguinolenta, casi espectral. ¿Será la luz de un semáforo? Esto es lindo y raro. Mil veces hice este viaje y ahora no reconozco donde estoy, me parece que todo lo veo por primera vez. En eso un hombre me mira y tiene ojos rojos también, pero no parece borracho, sus ojos son como los de un perro que apenas te levantás y das un paso piensa que vas a sacarlo a pasear. Ojos que esperan y suplican. ¿Querrá el asiento? ¿qué quiere? Sigue el viaje carmesí o bermellón o alguno de esos. El hombre perro ya no me mira. El colectivo vuelve a detenerse y miro por la ventanilla. Me ubico en el espacio, es Constitución. Un ciruja gigante, de dimensiones casi descomunales está sentado en una vereda y estoy loca, porque parece Depredador con esos pelos colgando y ese gorro-casco cubriéndole el rostro. Arranca el colectivo y todo sigue rojo. Depredador me mandó al diablo otra vez, sigo sin reconocer los lugares, el camino; no tengo miedo. En eso siento un temblor en la mochila. Mensajito de texto. Fin de mi viaje.
Nauseabundo. Ese pasillo lo instalaba en la más densa de las depresiones. Transitarlo día tras día después de pasar tiempo con mamá agonizante. Jorge quería un final inmediato, salir del hospital y a la media hora enterarse de que una bomba desintegró toda la manzana. Su cerebro se derretía mientras bajaba esos siete pisos por escalera, trayecto en el que se cruzaba con médicos, enfermeras, pacientes y visitantes como si fueran fantasmas. Estaba harto de la enfermedad, encima cuando estaba llegando a la planta baja ve una mancha horrible y oscura en el piso; sangre que nunca pudo limpiarse seguramente, sangre de alguno muerto hace rato; qué tristeza insoportable! Y de repente el aire de la calle desvaneciendo en parte su angustia y cuadra tras cuadra el edificio que va quedando atrás también como un espectro, aunque interiormente él quería y necesitaba escuchar la explosión. Estaba pensando en qué iba a hacer con el último deseo de mamá –casi imposible e irritante- cuando entró en el japonés y todo mutó, se volvió naranja como las carpas que nadaban en el estanque de la entrada, entonces Jorge pudo sentirse otro ser y brillar por un rato mientras le alcanzaban la carta.
DR. NICK RIVIERA
- “Bueno, vos me entendés…”. No, yo no te entiendo nada. ¿Para qué le dijo a la familia que hay esperanzas si no es así? Me molesta que con el “Vos me entendés” seguido de mi silencio me transformo en su cómplice. Chorrea sangre por todos lados y le pide al anestesista que le pase el termo. Su optimismo me deprime. Son las 6 de la mañana y ya este tipo se nos muere, no dá para más. Después le deja la cara manchada a la enfermera y se pone guantes naranjas para lavar los platos. Me pregunto si no será un asesino serial buscado en Latinoamérica. Tan bronceado. No usa barbijo para poder mostrar los dientes. Imposible, si impactó desde un décimo piso, no se salva. Ahora le peina las cejas con un cepillo dental que previamente me pide que le alcance. -“Y sí, me entendés…”, repite. NO!!! Quiero gritarle, no entiendo nada, no sé que hago acá. Pasan los minutos, los mates, las horas. El sudor me chorrea y cae encima del paciente, del tipo apenas muerto. Se le vuelva la yerba en la incisión de la cabeza. Todo termina. El Latino chupa un último mate lavado, sale al pasillo sonriente y le dice a la familia: -“Fue una desgracia sin suerte”.
PERRO
Todo cambió en segundos. Lo bueno era que cerrar los ojos o tenerlos abiertos era lo mismo. Bueno, no exactamente. Si los cerraba se le aparecían puntitos rojos. Cuando se estiraba, los huesos le sonaban. Desde la cocina llegaba el sonido de la radio pero no le importaba. Y ahí abajo se sentía como en una nave espacial, con la ventana cerrada mejor. De repente, un calor que se aproxima, una lengua inquieta que lo encuentra y un estallido de risas. Abraza al perro y se deja morder jugando. Aunque él nunca tuvo un perro real al que todos vieran y hubiera que darle de comer. Este perro como que no existe y flota. No siempre lo lame cuando está ahí abajo, pero no puede dejar de ir. Cada vez va más seguido porque sabe que un día se va a quedar para siempre, formando parte de esa oscuridad palpitante.
TORMENTA TERRIBLE
Tormenta terrible. Lluvia que se filtra por la ventana de la habitación en penumbras.
- Una noche como esta murió Ricardo.
- Y si murió ¿por qué no se va de una vez?
- Porque llueve a cántaros.
VIAJE ROJO
Es de noche. Sentada en el último asiento del 45, pensando en cualquier cosa. Se detiene el colectivo y veo rojo, todo rojo, las cabezas de la gente y sus brazos levantados teñidos de una luz sanguinolenta, casi espectral. ¿Será la luz de un semáforo? Esto es lindo y raro. Mil veces hice este viaje y ahora no reconozco donde estoy, me parece que todo lo veo por primera vez. En eso un hombre me mira y tiene ojos rojos también, pero no parece borracho, sus ojos son como los de un perro que apenas te levantás y das un paso piensa que vas a sacarlo a pasear. Ojos que esperan y suplican. ¿Querrá el asiento? ¿qué quiere? Sigue el viaje carmesí o bermellón o alguno de esos. El hombre perro ya no me mira. El colectivo vuelve a detenerse y miro por la ventanilla. Me ubico en el espacio, es Constitución. Un ciruja gigante, de dimensiones casi descomunales está sentado en una vereda y estoy loca, porque parece Depredador con esos pelos colgando y ese gorro-casco cubriéndole el rostro. Arranca el colectivo y todo sigue rojo. Depredador me mandó al diablo otra vez, sigo sin reconocer los lugares, el camino; no tengo miedo. En eso siento un temblor en la mochila. Mensajito de texto. Fin de mi viaje.
DEVORA
EYA CULÓ
Esa noche, como todos los viernes, se puso su traje rojo de bombero.
La música estaba lista.
Subió al escenario, pero se sorprendió al verla sentada en la primera mesa.
Hizo como siempre su show, pero al bajarse el cierre y quitarse rápidamente el traje EYA CULÓ
PARQUE RIVADAVIA
Cada vez que voy al Parque Rivadavia, busco un banco con sombra en donde sentarme a leer. El problemaes que alguien siempre se acerca, buscando también la sombra. Esto genera en mí un tremendo fastidio. Si intenta dialogar comigo, simplemente me levanto del asiento y me voy. Pero cuando se quiere quedar allí, en silencio, sólo busco acomodarme a los pequeños fastidios que me ofrece. A saber, intento no criticar el color de sus medias, que por lo gneral no pegan con sus zapatos.Pretendo no mirar si se rasca la cabeza, bosteza o toma una gaseosa. Cualquier cosa que haga que me distraiga de la lectura, que pretende ser al aire libre y a la sombra.Evidentemente, me estoy equivocando. Tengo que buscar otros momentos para leer, donde la gente no me fastidie o fabricarme un cartelde esos que dicen: " Por favor, no molestar, estoy leyendo"
III
Me subí al taxi apurada, porque llegaba tarde al teatro. Tenía que ir de Sarmiento y Junín hasta el teatro Regio, de la Av. Córdoba. Iba pensando en que yo tenía las entradas y allí no te dejan entrar tarde bajo ningún punto de vist.El taxi paraba en cada semaforo y vi que tardaba en arrancar. Seguía pensando en la hora; pero a las 2 cuadras sucedió lo mismo.Ahí comencé a observar al conductor y me dí cuenta que se dormitaba cada vez que frenaba el taxi._ Disculpe señor, pero me bajo acá._ Qué lepasa señorita, no le gusta como manejo?_ No, mire lo que pasa es que tengo muchas ganas de ir al baño, no aguanto más_Ah, si es así....pero la puedo esprar mientras va a algún bar._ No mire, lo único que veo abierto por acá es una casa de servicios fúnebres, mejor le pago, no vaya a ser que en una de esas conocí al difunto y me demoro un poco.Me bajé, en realidad temí que todo lo antedicho pudiera hacerse realidad porque ya comenzaba a dlolerme la panza, por mentirosa, pero por suerte conseguí otro taxi que doblaba por la esquina.
IV
Siempre uso zapatos con medias, zapatillas con medias. Aun cuando voy a la playa, me pongo las alpargatas con medias. Es que no quiero mostrar los dedos de mis pies. Porque si bien tengo 5 en cada uno, tienen una particularidad: son casi todos de la misma longitud.
Esto hace que tenga algunas habilidades adicionales. Puedo tipear en la computadora con los pies, mientras hago otra cosa con las manos. No pasaré a detallar lo que hago con las manos, porque es de índole íntima. En realidad podría hacerlo, ya que no no soy muy inhibido a la hora de contar ciertos detalles; pero un halo de decoro me rodea en este momento.
Es la promesa de de haber considerado el enfocarme solamente en el uso de mis medias, porque sino comienzo a irme por las ramas; cosa que también puedo hacer con los dedos de los pies cuando estoy descalzo, obviamente.
Bueno, como les decía, he aquí el motivo por el que sólo me saco las medias para bañarme, cortarme las uñas, y alguna vez en verano cuando hace mucho calor, sino me tiento a hacerle cosquillas a mi compañera de cama que se enfurece y se va a dormir al sillón del living.
Pero un suceso se atravesó en mi quehacer cotidiano. Yo siempre me compro los zapatos hechos a medida, y cerró la fábrica. El problema no era conseguir zapatillas, ya que vienen en modelos variados y no me molestan. Pero los zapatos para dedos largos son otra cosa. Sólo podía usar zapatos para clowns, pero no me animaba a combinarlos con una nariz de payaso, mi personalidad no me lo permite. No podía ir a trabajar con nariz de payaso a la oficina. Trabajo para una empresa de seguros. Fue entonces que decidi tomarme dos meses de vacaciones para ver si encontraba una solucion al tema. Y decidi andar en ojotas por la casa, como para ir inspirandome en algún método de encongimiento de dedos. Y entonces recordé que en la antigua China, se vendaba los pies a las niñas pequeñas para que no les creciera el pie, y siempre caminaran por detrás del hombre dando pequeños pasos.
Pero...yo ya he terminado mi crecimiento. Los días pasaban y nada se me ocurría. Pensé en consultar a un traumatólogo, para ver si podía realizar algún tipo de cirugía; pero no me animé. Pasaron los días, pasaron las semanas, nuevesemanas sin medias. Fue ahi que descubrí que lo que estaba errao no era el largo de mis dedos sino el trabajo que habia elegido.
Renuncié. Ahora visto un traje especial con zapatos de clown, en la puerta del restaurante "Pantín" para recibir a la gente. El resto del tiempo, tipeo en la compu con los pies y con las manos,....otro día les cuento.
Esa noche, como todos los viernes, se puso su traje rojo de bombero.
La música estaba lista.
Subió al escenario, pero se sorprendió al verla sentada en la primera mesa.
Hizo como siempre su show, pero al bajarse el cierre y quitarse rápidamente el traje EYA CULÓ
PARQUE RIVADAVIA
Cada vez que voy al Parque Rivadavia, busco un banco con sombra en donde sentarme a leer. El problemaes que alguien siempre se acerca, buscando también la sombra. Esto genera en mí un tremendo fastidio. Si intenta dialogar comigo, simplemente me levanto del asiento y me voy. Pero cuando se quiere quedar allí, en silencio, sólo busco acomodarme a los pequeños fastidios que me ofrece. A saber, intento no criticar el color de sus medias, que por lo gneral no pegan con sus zapatos.Pretendo no mirar si se rasca la cabeza, bosteza o toma una gaseosa. Cualquier cosa que haga que me distraiga de la lectura, que pretende ser al aire libre y a la sombra.Evidentemente, me estoy equivocando. Tengo que buscar otros momentos para leer, donde la gente no me fastidie o fabricarme un cartelde esos que dicen: " Por favor, no molestar, estoy leyendo"
III
Me subí al taxi apurada, porque llegaba tarde al teatro. Tenía que ir de Sarmiento y Junín hasta el teatro Regio, de la Av. Córdoba. Iba pensando en que yo tenía las entradas y allí no te dejan entrar tarde bajo ningún punto de vist.El taxi paraba en cada semaforo y vi que tardaba en arrancar. Seguía pensando en la hora; pero a las 2 cuadras sucedió lo mismo.Ahí comencé a observar al conductor y me dí cuenta que se dormitaba cada vez que frenaba el taxi._ Disculpe señor, pero me bajo acá._ Qué lepasa señorita, no le gusta como manejo?_ No, mire lo que pasa es que tengo muchas ganas de ir al baño, no aguanto más_Ah, si es así....pero la puedo esprar mientras va a algún bar._ No mire, lo único que veo abierto por acá es una casa de servicios fúnebres, mejor le pago, no vaya a ser que en una de esas conocí al difunto y me demoro un poco.Me bajé, en realidad temí que todo lo antedicho pudiera hacerse realidad porque ya comenzaba a dlolerme la panza, por mentirosa, pero por suerte conseguí otro taxi que doblaba por la esquina.
IV
Siempre uso zapatos con medias, zapatillas con medias. Aun cuando voy a la playa, me pongo las alpargatas con medias. Es que no quiero mostrar los dedos de mis pies. Porque si bien tengo 5 en cada uno, tienen una particularidad: son casi todos de la misma longitud.
Esto hace que tenga algunas habilidades adicionales. Puedo tipear en la computadora con los pies, mientras hago otra cosa con las manos. No pasaré a detallar lo que hago con las manos, porque es de índole íntima. En realidad podría hacerlo, ya que no no soy muy inhibido a la hora de contar ciertos detalles; pero un halo de decoro me rodea en este momento.
Es la promesa de de haber considerado el enfocarme solamente en el uso de mis medias, porque sino comienzo a irme por las ramas; cosa que también puedo hacer con los dedos de los pies cuando estoy descalzo, obviamente.
Bueno, como les decía, he aquí el motivo por el que sólo me saco las medias para bañarme, cortarme las uñas, y alguna vez en verano cuando hace mucho calor, sino me tiento a hacerle cosquillas a mi compañera de cama que se enfurece y se va a dormir al sillón del living.
Pero un suceso se atravesó en mi quehacer cotidiano. Yo siempre me compro los zapatos hechos a medida, y cerró la fábrica. El problema no era conseguir zapatillas, ya que vienen en modelos variados y no me molestan. Pero los zapatos para dedos largos son otra cosa. Sólo podía usar zapatos para clowns, pero no me animaba a combinarlos con una nariz de payaso, mi personalidad no me lo permite. No podía ir a trabajar con nariz de payaso a la oficina. Trabajo para una empresa de seguros. Fue entonces que decidi tomarme dos meses de vacaciones para ver si encontraba una solucion al tema. Y decidi andar en ojotas por la casa, como para ir inspirandome en algún método de encongimiento de dedos. Y entonces recordé que en la antigua China, se vendaba los pies a las niñas pequeñas para que no les creciera el pie, y siempre caminaran por detrás del hombre dando pequeños pasos.
Pero...yo ya he terminado mi crecimiento. Los días pasaban y nada se me ocurría. Pensé en consultar a un traumatólogo, para ver si podía realizar algún tipo de cirugía; pero no me animé. Pasaron los días, pasaron las semanas, nuevesemanas sin medias. Fue ahi que descubrí que lo que estaba errao no era el largo de mis dedos sino el trabajo que habia elegido.
Renuncié. Ahora visto un traje especial con zapatos de clown, en la puerta del restaurante "Pantín" para recibir a la gente. El resto del tiempo, tipeo en la compu con los pies y con las manos,....otro día les cuento.
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