martes

GONZALO

UN HOMBRE SOLO
“Un hombre solo, es solo el comienzo para que algo se empiece a concretar” decía una publicidad de hace unos años. Era un aviso de Sancor, no sé si se acuerda. Un hombre solo, es solo el comienzo. Quiere decir que un solo hombre alcanza para empezar algo. Pero si decimos un hombre solo nos hace pensar en que para que algo se empiece a concretar hace falta que la persona se encuentre sola. Y por consiguiente llegamos también a la conclusión de que si la persona está acompañada no va a poder concretar nada. Fijese usted ¿no? como a través de una simple publicidad a uno ya le meten en la cabeza que si usted quiere concretar alguna cosa en su vida más le vale quedarse solo porque si no, no va a llegar a nada. Ah, y ya que estamos cómprese una leche Sancor así nos hacemos más ricos de lo que ya somos. Increible, no me diga. Después resulta que un día usted se encuentra solo en la vida, se peleo con sus amigos, su familia, todos… y no sabe porque. Hace terapia por supuesto. Trata de averiguar, de investigar en que extraño vericueto de su cabeza se esconde el motivo que lo hace alejarse indefectiblemente de la gente que quiere. Con el tiempo también se hace odiar por el terapeuta que le pide que no vaya más. Usted insiste en continuar para no tener que empezar de nuevo con otro psicólogo y tener que contar todo desde el principio, no quiere perder el camino recorrido, pero el tipo le dice que le da el alta, que cierra el consultorio y se va a poner un puesto de bijouterie en el shopping de Avellaneda. Cualquier cosa le dice porque ya no lo quiere ver. El Psicólogo lo odia, a ver si me entiende. Incluso a usted le ocurre que un día agarra el auto para ir al cine y termina no sabe como en el medio de la pampa, en el desierto. Y usted se queda viviendo ahí, comiendo raíces, peludos, arena. Corriendo inclusive peligro de morir. Pero si usted muere no puede ir a comprar una leche Sancor, que era el propósito inicial de la publicidad ¿me entiende? ¿Se da cuenta de lo que le hablo? Fijese usted como por solo cambiar una palabra de lugar el lio que se arma. No me diga. A que usted ni se imaginaba que una palabra fuera de lugar fuese capaz de provocar semejante quilombo. Y todo por esa publicidad que hicieron en su agencia. Por eso le escribo esta carta. Acá en el desierto no tengo televisión pero allá en la ciudad yo deje a mi familia, a mis hijos. Se lo pido por ellos ¿sabe? Ellos son jóvenes y no saben el daño que les puede hacer la publicidad.

DOLOR DE PANZA
Listo. Empezó a correr el tiempo. Tengo que escribir algo. ¿A ver? Uy, todos ya empezaron. No puede ser, algo se me tiene que ocurrir. ¿Justo ahora me vengo a bloquear? No me digas que todos terminan y yo con la hoja en blanco porque tengo que fingir un dolor de panza o algo. Encima actuando soy malísimo. Es mejor escribir cualquier cosa a que me vean actuar. Eso es seguro. Valeria acaba de decir que falta un minuto. Dale Gonzalo no me hagas esto por favor te lo pido. ¡Ah, ya se! ¿Y si escribo esto que estoy pensando? Uh, se terminó el tiempo. Que dolor de panza que tengo, por dios.

EL CAÑO DEL COLECTIVO
Hay una sola cosa que me molesta mas que se me caigan las mangas remangadas mientras estoy lavando los platos, y es sentarme en un asiento del colectivo y que este calentito por el contacto reciente con otro cuerpo. Pero hoy descubrí algo peor. En el colectivo también. Pasó que cuando me subí estaba muy lleno y me tuve que agarrar del caño de arriba y estaba tibio. Evidentemente alguien había tenido la mano apoyada en ese lugar hacía instantes. Y me dio asco. Después conseguí asiento enseguida y pude comprobar palpablemente que el caño calentito es peor que el asiento, a pesar del hecho de que sobre el asiento estuvo apoyado el culo de un desconocido. Razonando acerca de esta especie de paradoja me quede en el colectivo hasta que ya no quedase nadie parado. Entonces me puse de pie y recorrí con las manos todo el largo de los dos caños del techo, buscando una parte tibia. La encontré y fui enseguida a sentarme en un asiento recién desocupado. Todos me miraban. Estuve pensando unos instantes y me di cuenta. El caño estuvo en contacto directo con otra piel, en cambio en el asiento hubo ropa de por medio. Me baje y tome el colectivo para el otro lado. Me había pasado.

EL SEÑOR DEL COLECTIVO
Hoy cuando vine con mi mama para acá paso algo raro. Tomamos el colectivo 12 como siempre. A mí me gusta sentarme solo y conseguí un asiento buenísimo. Mi mama se fue a sentar atrás. Y cuando el colectivo estaba lleno, veo a un señor que sube y se agarra del caño de arriba y lo suelta enseguida. Puso un poco de cara de asco asique para mí que había un chicle. Después se quedo así. Cuando se fue vaciando el colectivo el señor se sentó adelante mío, pero apenas lo hizo se levanto un poquito y miro el asiento como si se hubiese pinchado con algo. ¡Era un señor con re mala suerte! Después de un rato yo ya estaba distraído pero vi al señor levantarse y pasar las manos por los caños de arriba buscando mas chicles. Para mí que quería sacarlos para que a nadie más le pase lo que le paso a él. Justo ahí vino mi mama con cara de asustada y me dijo “nos bajamos”. Me pareció raro. Yo le dije “pero si falta un montón para llegar” pero igual ella me agarro del brazo y me llevo hacia la salida que justo se abría. Yo me di vuelta y alcancé a ver al señor sentarse en otro asiento. Para mí que no quería pincharse de nuevo.

EN CASO DE VIDRIO
Probablemente el tipo fuese rumano o algo así. El que hizo el cartel digo. “En caso de vidrio rompa el martillo con el incendio”. Y como acá en el pueblo casi nadie hizo la primaria le teníamos mucho respeto al europeo este. Son gente con cultura. Pero bueno, durante años el cartel fue perdiendo personalidad hasta que un día viene un camión por la calle principal trasladando el vidrio grande del Banco que está enfrente de la plaza. ¡El lio que se armó! Todo el mundo salió corriendo a buscar los martillos que tenían en las casas y los llevaron a la plaza. Ahí, donde habían puesto el vidrio del Banco. Enseguida empezaron a llegar algunos con bidones de querosene, con antorchas... de todo traían. Y empezó la fogata. Había que alejarse del calor que hacía. Terminamos todos quemados de adelante nomás, como si hubiésemos ido a ver despegar un cohete de a tres metro de distancia. Impresionante. Toda la noche duró el fuego. Algunos martillos siguieron encendidos hasta el otro día. Y entonces alguien dijo “Che, me parece que habría que cambiar ese cartel rumano, la plaza es un desastre”. Y otro le contestó “¿Y con que lo clavamos?”

4 comentarios:

  1. En caso de vidrio es excelente. da para un capitulo de los simpsons!

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  2. "Un hombre solo"!!! Increible, ya ni me acordaba de esa publicidad, y eso que casi soy adicta a la publicidad... Impresionante el contenido, y lo que en algun lugar dice de las palabras... Hemos perdido la nocion del contenido de las palabras. y una palabra fuera de lugar, o mal utilizada puede generar tantas cosas..... tantas, como un hombre solo. A veces me pregunto: si las palabras tienen un contenido, por que no las usamos como es debido??? O sera que utilizar las palabras en el lugar y momento correctos, hace que nuestra alma quede al descubierto?? sera que asi correriamos el riesgo de ser un hombre solo??? O sera que por no usarlas corremos a diario el riesgo de ser un hombre solo??? Solo una reflexion.....

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  3. Tweety para los amigos dice:

    Debo confesar que envidiaba lo espontaneo que eras al escribir… tus textos llenos de simpleza y frescura. Fue muy divertido escucharte.

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  4. Gracias Jesi. Soy un desastre para recibir elogios asique no se que decir. Pero bueno, me puso contento lo que me decis. Gracias.

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